Y prométeme volver,
con la primer estrella
que eres tú al amanecer…
con la primer estrella
que eres tú al amanecer…
Primera estrella de la tarde.
Fernando Delgadillo.
Cuando eran los últimos días del curso se verano en aquel año que portábamos la pañoleta verde, el profesor Bandera nos invitó a formar un Calpulli, Quetzalcóatl –Serpiente emplumada, Kukulcán o gemelo de Tezcatlipoca- fue su nombre. El campamento de fundación se realizó en Tantoco, ahí se organizaron las primeras cuatro callas: Osos, Gacelas, Panteras y Delfines, los chinancallecs de las mismas eran: Gacelas: Olivia, Panteras: Araceli, Osos: Daniel, Delfines: yo. Ya con cierto bagaje de lo que eran los Caballeros Aztecas (CA) los poco más de 30 integrantes del grupo estamos bajo las órdenes de Fernando Chinchilla y el Willy Cervera. Fue un campamento sumamente competido donde mi calla quedó en el último lugar, en cada actividad se disputaban puntos, la calla que sumara menos puntos en el día le tocaba lavar trastes después de cada comida al día siguiente; nudos, pista de comandos, semáforo, Morse, vendajes, etc., era el adiestramiento. Juegos de competencia después de la enseñanza fue lo que nos mantuvo ocupados toda la semana. A la entrada del comedor había un pizarrón donde se iban anotando los puntos de cada calla, así que aguantamos las burlas de ser los últimos de la lista toda la semana.
Con el tiempo el Calpulli se fue consolidando, las juntas se realizaban los sábados de 10 a 12 am en el parque Ramón López Velarde que está ubicado en la calle de Orizaba casi esquina con Huatabampo, cerca del metro Centro Médico. Llegar empezar el ritual con el saludo al corazón, los minutos de silencio… cada determinado tiempo salíamos de campamento; las grutas de Tolantongo: donde perdí unos adidas que aun le debo a mi papá y descubrimos un tobogán natural dentro de una caverna, el agua caliente dentro de las grutas, fría en el rio de agua dulce que se tiene que cruzar para entrar a las mismas. Campamento atrás de Tantoco: parar las tiendas amarillas con azul, a juntar leña, prender la fogata, ir por agua al rio, caminar de noche al altar de campaña, cocinar, subir por el río hasta la presa, ir de excursión al Desierto de los leones, a Tres cruces, el primer lugar de la calla en las diversas competencias.
Con el tiempo al grupo se fueron sumando otros integrantes y jefes, entre ellos Marcos el Guiligan Labastida, Edgar Aranda, Guadalupe y Rocío Quintero. Campamento a las Estacas, nadar todo el día jugar futbol mañana, tarde y noche. Campamento a el Chico, donde cayó una tormenta que tiró las tiendas de campaña, se filtró el agua y el frío calaba hasta los huesos, comimos sopa de papa y berros, (la más sabrosas de toda mi vida) más huevos con tierra a falta de sal. Campamento a Tantoco, la diana a las siete de la mañana, los honores a la bandera, siempre utilizar las instalaciones facilitaba todo, el Chirinolo que nos prendía la caldera de la alberca, meterse a la alberca con agua caliente, la oscuridad, la lluvia y el cálido frío del valle, la huella de Baden Powell, el jeroglífico de Tantoco, el tío Che, el solovino, la pista de comandos, mi calla invencible. Mi promesa en el Telpochcalli un 6 de octubre.
Y si bien no éramos una familia nos acercábamos mucho a ser una cofradía, en algún momento juntamos la callas para realizar una pista de ciudad que empezó en el Zócalo y terminó en el deportivo Hacienda, la asociación cumplió ese día 42 años. Competimos con los diferentes Calpullis en la revista de uniforme en el parque Pilares, algunos participaron en un desfile del 16 de septiembre. Campamento de aniversario en Tantoco, unos cuantos nos fuimos unos días antes para festejar, nos sabíamos que por cuatro días lo único que íbamos a comer eran huevos comprados en una tienda que estaba en La Pila porque perderíamos la comida de cuatro días, tomar agua del río y todo el día escuchar a los Hombres G, Miguel Mateos, Timbiriche 8 y 9, Radio Futura, Mecano en concierto, Cecilia Toussaint. Y cuando llegó el grueso del grupo nos alegramos de verlos y nos atascamos de comida por todos los días que no comimos, la convivencia familiar, la entrega de insignias de antigüedad, el corazón púrpura para el Guiligan, el profesor Bandera y su Nikon. Un campamento de descanso a una finca de Rafael Cervera en Río Frío, el frío atroz de la madrugada, la mesa de ping-pong, el rock en español, la alberca y el sol de medio día.
En esos tiempos también se empezó a gestar una gran rivalidad con el Calpulli Cuauhtémoc, las cascaritas de futbol en el deportivo y las competencias cerradas en las diferentes actividades de la asociación más una competencia que ellos impugnaron porque habían perdido, nos llevaron a un campamento de competencia en el Nevado de Toluca; terminamos a golpes con la calentura de los comandos nocturnos (pero esa será otra crónica). El campamento del Calmecac donde Paco Cárdenas y Humberto Álvarez nos tiraron a Hugo y a mí desde la litera más alta y nos sacaron al frío en la madrugada por no acatar una ¿orden? de silbato. Más Rafael, Evelyn, Hugo, Roberto, Israel, Daniel, Dina, Marcela, Olivia, Sonia, Angélica, Oliver, Ricardo, Selene, Marisol, Rocío, Roberto, Araceli, Héctor, Edgar, Karina, Aldo y su hermana, Mónica, Gabriela, Los Mutantes y Brenda entre muchos otr@s... Y el declive del grupo cuando se fueron de a poco Fernando, Edgar, Guadalupe, el Guiligan… y el torbellino que se llevó todo menos la memoria.
Colaboración de Sergio Martínez--Calpulli Quetzalcóatl
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