Tal vez fue uno de los valores que más desarrollamos a través de nuestra vida Escultista, en ciertos momentos llega a tomar matices de VIRTUD, tengo miles de anécdotas pero por el momento solo citare una
Fue en 1978 o 1979 cuando solo teníamos 14 o 15 años éramos un grupo de 8 personas más o menos, Miguel, Alex (abuelo), Eduardo, Tavo, Herros, Lara, Vélez y yo (Luis Carlos) tal vez alguien falto, ese sábado habíamos quedado en ir de campamento pero solo 3 ó 4 de los integrantes habían llegado con dinero suficiente, los demás solo llevábamos unos cuantos pesos.
Era tal nuestro compromiso como grupo y nuestra amistad que juntamos todo el dinero en un solo montón y nos alcanzó para salir a nuestro campamento, LUGAR: Tantoco, no existía R-100 teníamos que tomar el guajolojet y cruzar la autopista a la viva México, PROGRAMA 100% RECREATIVO Y FORMATIVO en el rubro de la AMISTAD, SOLIDARIDAD, COMPAÑERISMO.
Solo tuvimos Tecutli los primeros 3 meses de vida como grupo de octubre de 1977 a enero de 1978.
MENU: TORTAS DE PLATANO Y AGUA DEL RIO para todos (nunca me han gustado)
Solo 3 o 4 llevaban cobijas, y esas fueron suficientes para dar calor a todos (las estrellas y la fogata nos ayudaron) juntitos pero bien juntitos para no tener frio.
El exceso de tiempo libre y el ocio nos dieron la oportunidad de inventar juegos y actividades que después disfrutamos. (Gracias a Dios no había celulares, imagínate a las mamás preguntando como estas, no computadoras, no nintendo éramos libres y felices).
Yo sé que estos AMIGOS se parecen a los que a continuación les comparto.
Con cariño y respeto para todos los q vivimos bellos momentos como estos.
Luis Carlos
—Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor.
Solicito permiso para ir a buscarlo —dijo un soldado a su teniente.
—¡Permiso denegado! —Replicó el oficial—.
No quiero que arriesgue usted su vida
por un hombre que probablemente ha muerto.
--El soldado,--
Haciendo caso omiso de la prohibición,
salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido,
transportando el cadáver de su amigo.
--El oficial estaba furioso:
¡Ya le dije yo que había muerto! ¡Ahora he perdido a dos hombres!
Dígame,
¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver?
Y el soldado, moribundo, respondió:
¡Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme:[Salto de línea automático]
-Juan... ¡estaba seguro de que vendrías!
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