27 de julio de 2011

El cálido frío de Tantoco

Dice don Gabriel García Márquez que la vida no es como nos pasa, sino como la recordamos, yo creo que tiene razón:
No recuerdo con exactitud mi edad, tal vez eran siete u ocho años, o quizás menos… lo que sí recuerdo de manera nítida es ese valle verde y frio que se llama Tantoco. Llegar a él era vivir una aventura que empezaba por abordar un camión amarillo con asientos verdes, de dos en dos nos iban sentando aquellos muchachos vestidos de azul plomo con una pañoleta muy vistosa que combinaba los colores azul rey y amarillo. Era la primera vez que salía de mi casa para ir a acampar por cinco días seguidos, no conocía nada de escultismo, de Caballeros Aztecas ni de un lugar llamado Tantoco, simplemente era ir a la aventura en unas vacaciones de verano. Todo empezó en la escuela Luis Cabrera, para de ahí salir hacia lo desconocido. Tímido e inseguro subí mi mochila por la parte de atrás al camión, me reporte con alguien que me pidió mi nombre y me señaló en una lista, a subirse al camión y esperar que poco a poco se fuera llenado, no recuerdo que hicimos en el camino, pero fue impresionante llegar a ese lugar llamado Tantoco; el clima frío y lluvioso nos dio la bienvenida, a bajar las cosas del camión y ponerlas a reguardo bajo el techo del comedor, nos dividen en edades y genero, nos piden que nos agrupemos en 5 o 6 y les busquemos un nombre a nuestra “calla” ¿nuestra calla? Ni idea de que es una calla ni recuerdo el nombre, éramos cinco niños de la misma edad, además teníamos que  inventar un grito de guerra… llegaba la noche, nos asignan una cabaña en donde pasaremos la misma, Tantoco es impresionante,  desde la entrada del comedor observo: en medio del valle hay una asta bandera, al fondo a lo lejos una enorme torre hecha de troncos, en la punta una canasta vigía como la de un barco, en esa misma altura un puente hecho de troncos que atraviesa todo el valle, del lado derecho una mancha blanca que después sabré es el hemiciclo a Juárez, un tanto detrás de esto unos juegos tubulares, del lado izquierdo 3 cabañas en desnivel, una construcción grande las antecede, dicen que es un auditorio… llueve o parece que llueve, cuando caminamos hacia la cabaña que nos han asignado,- es la última del camino, la tres me dicen.- al entrar el olor a humedad y madera me inunda la nariz, hay tri literas y podemos escoger la que queramos, al centro hay algo que parece una chimenea, hacia la derecha el maletero y hacia la izquierda el WC, estamos acomodándonos y suena un silbato, votamos todo sin saber dónde va a caer y salimos corriendo de la cabaña y nos dirigimos hacia donde suena el silbato, los troncos a la salida de la cabaña están mojados y húmedos, muchos nos resbalamos sin caernos, el sonido viene del asta bandera, atravesamos fango y pasto mojado para llegar y buscamos formar nuestra calla para gritar el nombre de nuestro tótem, los compañeros (hombres y mujeres) que van llegando van formando sus callas y se escuchan sus gritos… el guía (por llamarlo de alguna manera) espera que estemos todos juntos y nos empieza explicar que estamos en un campamento organizado por los Caballeros Aztecas de Hacienda, nos habla del escultismo, hay compañeros que saben de lo que habla, otros no sabemos de qué pero asentimos como si lo  supiéramos todo, nos explica que es lo que hay en Tantoco, nos habla de la alberca, de la zona de vivac, la pista de comandos, las aulas, la oficina y nos explica las señales que tenemos que observar en el sonido del silbato, presenta al jefe, a los instructores y nos invita a que nos divirtamos en los cinco días que estaremos en Tantoco… mentiría si digo que recuerdo todo, pero recuerdo que ante la lluvia pertinaz jugamos futbol en el comedor, que me enseñaron a prender un fogata sin utilizar más de tres cerillos, a buscar leña para prenderla, seguir una pista con signos, el lenguaje del semáforo -por medio de las banderas se puede mandar un mensaje- los ochos nudos reglamentarios,  vendajes de primeros auxilios, como vaciar una huella en yeso, como imprimir una playera, que eran los Caballeros Aztecas de Hacienda, una caminata por el bosque sin más ayuda que la confianza en el que va delante de ti y una lámpara sorda, a beber agua del río, meterme a una alberca de agua caliente en pleno bosque…yo no lo sabía pero empezaba en ese momento una larga temporada que me involucraría en el movimiento escultista de los Caballeros y Guías Aztecas de Hacienda. A la fecha sigo recordando ese cálido frío de Tantoco como Kevin Arnold recordaba un sin número de cosas en aquella serie de los años maravillosos.
 
Aportación de Sergio Martínez calpulli Quetzalcóatl


 

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