28 de noviembre de 2011
14 de noviembre de 2011
9 de noviembre de 2011
Día de muertos en Tantocob Por Fernando Ramírez Toledo
¿Quién es más loco, aquel que te propone una locura a manera de reto o aquel que sigue al locuaz en su reto de locura?
- ¡Gallinita de por vida si no vas con nosotros de campamento a Cuajimalpa el próximo puente! Vociferó en tono socarrón ese Teyacanani_1 al que detesto tanto mientras su dedo índice no dejaba de apuntar mi nariz.
Rumbo a un lugar llamado Tantocob_2 nos dirigimos ese 31 de octubre de 2011. Descendemos del camión cinco kilómetros en dirección sur-sur-este después de un poblado denominado La Pila a eso de la 4:30 de la tarde; de inmediato iniciamos nuestro andar por el bosque rumbo a Tantocob.
Las cuatro personas que somos caminamos en silencio, en fila india y a paso veloz con el fin de intentar aprovechar al máximo la luz natural. Ignoro cual es el plan, pero el inepto del Teyacanani nos llevó a un páramo muy cercano al cementerio de la Pila (y a Tantocob, como posteriormente me enteré).
- Ahorita regresamos, no te vayas a asustar con tanto “vivo”. No sé por qué, pero eso de que los grandes se vayan “juntitos” al centro del pueblo a comprar pan me da mala espina.
El trajín de los lugareños por tener todo listo para recibir a las “visitas” es manifiesto: Hombres y mujeres de todas las edades llevan flores, velas y algunas frutas para recibir a sus pequeños fieles en el panteón; algunos rezan, otros meditan, otros más, como su servidor, contemplan. Me dan ganas de … bajar a comprar un taco dorado.
¿Te dejaron solo?
Preguntó un niño de aproximadamente ocho o nueve años de edad, mientras se sienta a un lado mío. Ambos contemplamos en silencio el espectáculo que ofrecen los rezos y los destellos de las velas. De piel blanca es y, para ser franco, este güerito no parece de pueblo sino más bien de ciudad dada su apariencia, tono de voz y modales. Un ambiente de armonía y paz se percibe en el ambiente al igual que olor a incienso y mirra: El puente entre éste y el otro mundo ha quedado abierto.
- ¿Vienes con tus familiares al panteón?
- Sí, de hecho vivo dos cerrillos hacia allá, en Tantocob. ¿Por qué no me acompañas a casa para enseñarte un dibujo que le hice a mi amigo el Chirinolo. De hecho, tus compañeros que se fueron al pueblo lo conocen.
- ¿En serio lo conocen? Y una vez más, ¿quién es más loco …?
Cruzamos con sigilo, y teniendo como marco la luz de luna, un sembradío de cebada a punto de madurar; nos desplazamos con la agilidad del gato negro detrás de una caballeriza esquivando los perros para luego llegar a una especie de valle donde se encuentran unas construcciones de madera, algunas destruidas por cierto; transitamos por una senda pavimentada cuesta arriba para volvernos a internar en el bosque. Al fondo se ven luces de una vivienda. El silencio es acogedor y como diría un antiguo jefe del Quetzalcóatl: “el cálido frío de Tantocob” nos cubre generosamente con su manto protector. Antes, al inició de una ladera, sobresale una piedra blanca, gigantesca, cubierta por moho, ostenta en lo alto de uno de sus costados una rustica cruz de madera.
- Espérame aquí. Dijo el niño mientras le daba vuelta a esa inmensa roca. En un santiamén volvió con un pedazo de papel amarillento, tal vez producto por el paso del tiempo o por haberla dejado en alguna grieta de la roca.
- ¿Qué es este lugar? Pregunté al tiempo que metía el pedazo de papel en mi chaqueta con premura.
- Es un altar de montaña, las personas que pasan por este lado del bosque se santiguan y piden por las ánimas en pena. Entonces, porfas, no olvides darle el dibujo al Chirinolo ...
- FAUSTOOO, ya es hora. Se alcanzó a escuchar la voz de una mujer a lo lejos.
- Ya es hora de irme, ¿cómo te llamas?
- Roberto Velazco.
- Soy Fausto Picie. Gusto en conocerte Beto.
- ¡En donde te metiste maldito vago! no ves que nos pudieron haber robado las cosas. ¡Como siempre! ¡Nunca obedeces! Mañana de castigo invitas las quesadillas de chicharrón.
Con tan “cálido” recibimiento es preferible darles el recado mañana temprano. Por lo pronto, es mejor terminar mi refugio para pernoctar y empujarme esa tortita de jamón que me preparó mi tía Jacinta.
Un nuevo día ha aparecido en el horizonte. El JC ya preparó el chocolate batido mientras el Irbis lucha por sacar de las brazas los plátanos machos; la promesa de nuevas aventuras y de cumplir la palabra empeñada es mi prioridad.
- Martín. ¿Conoces a un tal Chirinolo?
- ¡Claro! Era el fogonero de Tantocob.
- ¿Era? Ayer un niño llamado Fausto dejó esto para él.
Con mochila en la espalda entramos al camposanto entre las personas del pueblo. El silencio es la constante durante el trayecto. Diez de la mañana, el Teyacanani nos conduce hasta una tumba de tierra sin lápida, adornada con flores de cempaxúchitl, gladiola y cocoxacle; cuatro ceras casi a la mitad en cada una de las esquinas arden de modo cadencioso. En actitud solemne depositó a un lado de las flores el encargo de Fausto. Tras unos minutos de silencio salimos del lugar a paso lento rumbo a la parada del camión.
Hasta la fecha ninguno de esos tres malvados me ha dicho quien es Fausto ni han mencionado palabra alguna sobre el Chirinolo_3. Pero, lo que sí sé es que después de ese día, a mis diez años de edad, me gané el respeto y admiración de aquellos abusadores.
Sí conoces la historia de Fausto o sabes algo del Chirinolo cuéntame, no seas malo o mala, no quiero quedarme con la duda. Por cierto, éste es el dibujo de Fausto.
1_ En la Asociación Nacional Escultista Mexicana Caballeros y Guías Aztecas de Hacienda un Teyacanani es el jefe de un caltin de tequihuas. Un tequihua es un joven, hombre o mujer, mayor de 15 años pero menor a los 17 años de edad.
2_ Tantoco o Tantocob, palabra mixteca cuya traducción significa “lugar de nubes y aire”, es el nombre del que fuera el Campo Escuela de la Asociación Nacional Escultista Mexicana Caballeros y Guías Aztecas de Hacienda.
3_ Una de las tradiciones orales de los grupos (calpullis) de Caballeros y Guías Aztecas que solían acampar en Tantocob era narrar, por la noche y al pie de esa gran piedra, la tétrica historia de Fausto, un niño desobediente que al no seguir las instrucciones de su jefe le cayo encima esa gran piedra. En el plano real, con el sobrenombre de “Chirinolo” era conocido un colaborador, nativo de La Pila, en Tantob como fogonero de la alberca, chofer del camión de la Asociación y trabajador de servicios generales.
7 de noviembre de 2011
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